«De Bellum luce»

¿Se acabó el cuento?

La crónica de hoy destila un hedor asfixiante, y cuesta no dudar sobre que lo que esté por venir sea mejor que lo que hay

¿Y qué ganan estos? Esta es la primera pregunta que se le viene a una a la cabeza al ver al PSOE permitir a su líder extremeño cometer tamaña tropelía contra la ley y sus compañeros socialistas para blindar su aforamiento. En un principio tampoco quedaba clara la finalidad personal, más que para señalarse como culpable, presunto, de algo sucio, y buscar la protección de un tribunal en el que, oye, ya que esto va de enchufados, lo mismo tiene un juez cuñado del que espera ayuda. Pero si le das una vuelta, rápido caes en la cuenta de que no hay más respuesta lógica a esa pregunta que la de que al fenómeno extremeño le han dirigido la mano desde Moncloa, no tanto para proteger la suya, como la del hermano y, sobre todo, la del presidente.

La degradación de lo que representa esta etapa socialista toca fondo. Con un silencio cómplice de los socios, que creen que todavía pueden seguir mamando de las ubres de la coalición, por secas que estén y por mal que huelan. El cuento se acabó, pero ni los promotores ni los beneficiarios de la farsa de esta Legislatura aceptan que todo lo que sea estirarlo sólo denigra a todas sus siglas... ¿O es que no se acabó?

A ver si es que deberíamos estar más pendientes de lo que se cuece detrás de la tregua estratégica entre Junts y el PSOE, mientras los socialistas pregonan que esta vez sí, que habrá amnistía total para Carles Puigdemont, y que habrá catalán en Europa, aunque no nos dé el Presupuesto para pagar los subtítulos.

Y mira tú, que el cuento, realmente, no se acaba ahí. Sino que continúa con el anticipo de que las causas judiciales que presionan al presidente se cerrarán a favor de su esposa, de su hermano y de su fiscal antes de las próximas elecciones generales. Y entonces, a ver quién gana a su victoria sobre la operación mediático-judicial, presunta, también en este caso. Justo a este cuento se agarran en el Gobierno, y lo de Ábalos que se lo coma él, mano a mano con la UCO.

La crónica de hoy destila un hedor asfixiante, y cuesta no dudar sobre que lo que esté por venir sea mejor que lo que hay: es legítimo temer que detrás de cada promesa hay letra pequeña, y que detrás de cada gran gesto, una maniobra. Por si acaso, mejor no soltar todavía lo de que nadie cante victoria antes del triunfo.